San Sebastián, del 16 al 18 de noviembre de 2016
Algunos apuntes sobre los invariantes de su bioforma:
Manifestador emocional que aplica conciencia mental a las cuestiones alimentadas por las dudas respecto al futuro, usando su inteligencia para juzgar lo que parece sospechoso. Las respuestas que formula están diseñadas para ser aplicadas a las preguntas que provienen del entorno que le rodea. Su carácter visionario da lugar a que otros provean de la energía específica para realizar lo que él sueña. Un diseño de individualidad con un inquieto deseo de explorar la profundidad y la consecuencia de nuestra capacidad de sentir (emoción). Disponía de la conciencia emocional con la que nuestra especie madura y evoluciona, y nuestra reserva genética se expande, resultando a la larga en el progreso del Colectivo: aprender mediante la experiencia por el bien de las generaciones venideras.
Breves notas sobre la ponencia:
El acto de caminar y descubrir La Solana está estrechamente unido a su nudo y compromiso con “la carne del mundo” (como escribiría Merleau-Ponty), de aquél mundo concreto (que es Sierra Ballena) individual e intransferible. Quizá sea precisamente por eso, por lo que Bonet se desliga de la ejecución de una promenade lineal y continua. Su promenade es intermitente, sentida, la afirmación de un estado del habitar crítico, poético, casi onírico. Como si de alguna manera, se hubiera enfrentado a las leyes de la transparencia del Estilo Universal desde un juego sincrético, casi críptico o velado. De eso se trata al fin y al cabo, de descubrir la Solana como un trasunto episódico que no muestra su cara más previsible, literal o visual. La Solana se descubre también mientras se camina, pero los caminos se diferencian, salen de sus centros y veredas, diluyen sus límites y bordes, acaso ofreciendo la libertad y lo inesperado. Son tres, quizás, los más distinguidos: el que accede al cuerpo principal del restaurante, el que sube mediante la rampa o escalera de piedra a la galería o planta primera, y por último, el que nos brinda la posibilidad de subir a la cubierta, una subida que no es tal, si tenemos en cuenta que realmente casi se sitúa a cota cero del terreno; de hecho esa es la sensación que, como apuntábamos, buscaba reflejar.
A la izquierda: Vista nocturna de La Solana / A la derecha: Ignacio Abad y Juan Moreno durante la ponencia
También es autora del artículo Alona Martínez Pérez . Profesora en Leicester School of Architecture, de Montfort University. Reino Unido. Doctora